Casos y diagnósticos

Mestiza de Pastor Alemán.

De aprox. 10 meses de edad, que se agazapaba y orinaba siempre que los dueños la acariciaban cuando la saludaban al llegar a casa del trabajo.

Anamnesis: Procedía de un albergue. Adopción con 3-4 meses, no se sabe nada de su período de socialización, ni de sus padres ni hermanos de camada. Buen carácter, muy cariñosa, alta rapidez de aprendizaje.

Diagnóstico: Micción por sumisión/excitación.

Tratamiento: Primera semana no acariciar a la perra en el momento de la llegada a casa. Se le enseño a la perra a sentarse en respuesta a órdenes verbales oportunas y señales con las manos usando recompensa de alimento. Al final de la semana aprendió a sentarse por mandato.

Segunda semana, contracondicionamiento. Iniciar ejercicios al llegar a casa cuando la perra se tranquilizase. Primero en el salón, más adelante cerca del recibidor y por último en la puerta principal. Se pidió a los dueños que abandonaran la casa por unos minutos y que al entrar ordenasen a la perra (siempre tras tranquilizarse) sentarse para darle la recompensa. Esto se repitió 1- 2 veces al día hasta el final de la segunda semana.

Tercera semana, iniciar ejercicios cada vez más próximo a la llegada a casa. Al final de esta semana la perra no se orinaba cuando regresaban los dueños. La recompensa se fue retirando progresivamente.

Dálmata.

De 6 meses de edad, eliminaba en su caseta-trasportín y por la casa (pero nunca en presencia del dueño).

Anamnesis: Eliminaba en el patio y el dueño le recompensaba, no hacía nada dentro de la casa siempre que alguien le vigilara estrechamente, pero a veces él se escabullía y eliminaba en otra habitación.

Cuando los dueños encontraban la zona ensuciada le regañaban y alguna vez se introdujo su hocico en sus heces.

De noche el perro dormía en su trasportín en la habitación del dueño y alguna mañana vieron que había eliminado en otro punto de la casa.

Los días laborables se dejaba al perro dentro de su trasportín en la cocina, desde las 8:00 hasta las 15:00 y la mayoría de los días el dueño encontraba heces u orina dentro del trasportín y siempre que ocurría eso le regañaban gritándole.

Diagnóstico: Problema de eliminación debido al tiempo que el cachorro permanecía dentro de su jaula. Aprendió que eliminar en otra habitación era seguro siempre que el dueño no estuviese a la vista. El cachorro actuaba con miedo porque había aprendido que era maltratado cada vez que el dueño encontraba la zona ensuciada.

Tratamiento: Es totalmente necesario conceder al cachorro una oportunidad para eliminar en un plazo de 4-5 horas, por lo que se aconsejó a los dueños a que el cachorro permaneciese toda la mañana en el patio o que alguien se acercara a pasearle al mediodía. Eligieron esta última opción y el resto del tiempo el cachorro permanecía en su trasportín pero situado en el dormitorio y no en la cocina y con la puerta cerrada.

Se le siguió recompensando cuando eliminaba fuera de la casa y no se le castigaba cuando encontraban alguna habitación ensuciada, solo cuando era pillado “in fraganti”. El problema se solucionó completamente a los 6 meses y medio de edad (suprimiendo el paseo de mediodía).

Bóxer.

De 10 meses de edad que destrozaba cualquier objeto de casa que estuviese a su disposición (incluido mobiliario).

Anamnesis: El problema se producía siempre que el perro estuviese aburrido con y sin dueños.

Diagnóstico: Masticación destructiva (importante hacer Diagnóstico diferencial de la ansiedad por separación).

Tratamiento:

1. Proporcionar juguetes para masticar aceptables y estimulantes.
2. Recompensas.
3. Ejercicio.
4. Proporcionar estimulación mental.
5. Castigo.
6. Aversión.
7. Encierro.

En este caso se recomendó a los propietarios a que el perro tuviera una rutina de ejercicios más intensa, se evitó ofrecerle cualquier objeto casero como juguete por muy viejo que estuviera y se le recompensaba cada vez que mordía uno de los juguetes asignados por nosotros.

Como había algunas cosas (bolsos, mochilas) por las que tenía mucha aprensión se las espolvoreó pimienta. Durante el tiempo que los dueños permanecían fuera de la casa se le mantuvo encerrado en la cocina con sus juguetes y todo lo demás fuera de su alcance. Al cabo de tres meses el perro solo dirigía el mordisco a los objetos asignados para tal efecto.

Mestizo de Alaska Malamute.

De 2 años de edad que huía o se escondía siempre que hubiera niños.

Anamnesis: El perro fue recogido de un albergue por un hombre que vivía solo en una finca. Por motivos de salud tuvo que desprenderse del perro y fue a parar a una pareja joven. El problema se manifestaba siempre que iban a casa los sobrinos de la pareja, con edades comprendidas entre los 3 y 14 años.

Diagnóstico: Fobia simple a los niños.

Tratamiento:

1. Identificar los estímulos y los umbrales.
2. Crear un grado diferente de estímulos.
3. Desensibilización y Contracondicionamiento.
4. Inundación (solo si el miedo es muy ligero).

Se observó que el perro tenía más miedo a los niños de menor edad y también a aquellos que se dirigían a él y de forma muy directa. Así pues fue sometido a unas clases de adiestramiento en un parque cercano donde se empezó a mostrar a niños de forma muy gradual, primero a aquellos de mayor edad y a gran distancia y siempre premiándole el comportamiento no miedoso.

Cada vez se reducían más las distancias. Más tarde con niños de 3-5 años de la misma forma y añadiendo la orden de sentado. Al cabo de 6 semanas el perro no solo no tenía miedo a los niños sino que se acercaba a ellos y se sentaba a ver si le caía una golosina.

Perro de Aguas.

De 7 meses de edad, muerde a los dueños.

Anamnesis: El perro fue adquirido en una tienda a los 2 meses de edad, es muy nervioso y juguetón. Ambos dueños permanecían mucho tiempo fuera de casa. Salía tres veces al día por un período de cuarto de hora o veinte minutos. Salvo los fines de semana que solían llevarlo al campo.

Con frecuencia el marido toreaba al cachorro con una toalla y el cachorro respondía embistiendo a la toalla y a veces a la mano del dueño. Por la tarde el cachorro iba al encuentro de los dueños ladrando, embistiendo y mordisqueando cualquier parte asequible del cuerpo. Los intentos de corrección verbal o física parecían agravar el problema.

Diagnóstico: Agresividad inducida por juego.

Tratamiento:

1. Evitar el juego del tira y afloja (presa de guerra).
2. Proporcionar cantidad suficiente de ejercicio intenso.
3. Adiestramiento de obediencia precoz.
4. Favorecer el liderato y control del dueño.
5. Redirigir la energía del cachorro hacia otros juegos (aeróbicos).
6. Corrección de la mordedura en el juego.

En el caso del cachorro se sugirió a los dueños a que paseasen por más tiempo al día y se le enseño el juego de ir a buscar. Se le dijo al marido que dejase de comprometer al cachorro en todos los juegos que implicasen morder.

Todos los intentos de morder tenían que ser tratados haciendo caso omiso del cachorro o paseándole hasta tranquilizarle. Se mantenía casi siempre juguetes en la mano para desviar la atención del cachorro. La terapia se dio por finalizada a las tres semanas.

Dos Pastores Alemanes.

De 10 años y 18 meses de edad respectivamente que últimamente no paran de pelearse.

Anamnesis: El perro de 18 meses fue introducido en la casa desde los dos meses de edad para que el perro de diez años no se aburriera cuando se quedará solo. El perro de mayor edad desde el primer momento se manifestó como el animal dominante sin que se entablara ninguna agresión entre ellos, pero desde hacía 4 meses el más joven no permitía que jugara con sus juguetes ni mucho menos comer próximos, desencadenándose peleas entre ambos.

El más joven era más corpulento que el de más edad y a este cada vez le costaba más moverse por la displasia que sufría. Cada vez que se producía la agresión los dueños los separaban y como el perro de más edad era siempre el peor parado lo mimaban y lo metían dentro de casa.

Diagnóstico: Agresividad intragrupal – competitiva de rango social.

Tratamiento:

1. Entorno: Separación de los perros con barreras físicas, excepto cuando están bajo control.
2. Respetar estrictamente el orden jerárquico establecido por los perros.
3. Entrenar a los perros para el uso del bozal.
4. Retirar toda atención a ambos perros.
5. Educación básica, con el fin de que los perros puedan ser controlados cuando inicien una acción agresiva.
6. Desensibilización y contracondicionamiento, con el acercamiento progresivo de los animales, siempre bajo control y con correa.
7. Reforzar los comportamientos aceptables, ignorar los errores.
8. Terapia farmacológica.
9. Castración.

Se asesoro a los dueños en cuanto a las relaciones de dominancia, se suprimió cualquier motivo de rivalidad, se castro al de edad más avanzada para ayudar a inclinar la balanza de la jerarquía entre ellos. Tras tres meses de tratamiento no se registró ninguna agresión y la convivencia era más pacífica.

Jesús Gutiérrez