Desarrollo del comportamiento

La Etología, es el estudio científico del comportamiento de los animales en su ambiente natural o habitual. En los animales domésticos dicho ambiente es el que les proporciona el hombre.

La mayoría de los problemas de convivencia que aparecen entre el perro y el ser humano se debe a conflictos de tipo social entre ambas especies. Muchas veces los conflictos se deben a una interpretación errónea de aquello que el perro está tratando de comunicar.

Una de las características fundamentales que permiten definir al perro como especie animal es aquella que hace referencia a su estructura social. Los perros al igual que sus antepasados los lobos, han basado gran parte de su éxito en la posesión de una estructura social altamente compleja y organizada.

El estudio del desarrollo del comportamiento merece una especial atención dado que las experiencias tempranas, recibidas por los animales durante las diferentes etapas de su desarrollo, repercutirán sobre el comportamiento de adulto.

En el desarrollo del comportamiento de los perros hay que considerar una serie de etapas bien diferenciadas que comprenden desde la concepción hasta la madurez que pasamos a describir a continuación:

Etapas en el desarrollo del comportamiento:

1. Prenatal (desde la concepción hasta el nacimiento).
2. Neonatal (de 0 a 2 semanas).
3. Transicional (de 2 a 3 semanas).
4. Socialización (de 3 a 12 semanas).
5. Juvenil (de 3 a 8 meses).
6. Adulta (de 8 a 12 meses).
7. Madurez (de 1 a 2 años).

1. Prenatal.

Este período abarca desde la concepción hasta el nacimiento. En la etapa prenatal el desarrollo fetal está influido por una serie de estímulos como los movimientos viscerales y los diferentes niveles hormonales de su madre.

Por el efecto de la exposición a los Rayos X y la utilización de productos químicos y determinados medicamentos con el fin de controlar enfermedades y parásitos.

Durante la gestación es importante asegurar una nutrición apropiada a la madre, así como, procurar que haga ejercicios y proporcionarle los cuidados y calor necesarios para que tenga un buen estado de salud.

Un fuerte estrés en el último tercio de gestación puede dar lugar a un incremento de estados emocionales en los cachorros con la aparición de conductas extremas y una reducción de las capacidades de aprendizaje en la vida posterior.

2. Neonatal.

Este período abarca desde el nacimiento hasta las dos semanas. El comportamiento del neonato es una mezcla de patrones de conducta y procesos por los cuales el animal se adapta a las condiciones postnatales que le sirven de preparación para la vida futura.

En el comportamiento neonatal se pueden distinguir cuatro etapas: 

  • Coordinación de las posiciones.
  • Elevación.
  • Deambulación.
  • Orientación y respuesta a los estímulos; todas ellas contribuirán al establecimiento de los vínculos maternofiliales.

Desarrollo neurológico.

Los cachorros tienen parcialmente desarrollado el cerebro al nacimiento. Los cachorros de perro no ven ni pueden oír y no pueden ponerse en pie, pero son bastante activos después del parto, si han sido bien atendidos y bien estimulados por su madre.

No obstante se ha demostrado que existe algún grado de aprendizaje consecuente al sentido del olfato, el cual le ayuda al establecimiento de los vínculos madre – hijo.

Un cachorro recién nacido hace pequeños desplazamientos a gatas alrededor del nido con frecuentes pausas, realizando movimientos exploratorios con la cabeza buscando las mamas de su madre merced al estímulo que supone el lamido que ésta realiza sobre él mismo y sobre sus pezones, proporcionando a los cachorros una vía de entrada olfatoria que les ayudará a descubrir sus primeros alimentos.

Igualmente el sentido del olfato interviene en el establecimiento de vínculos con el ser humano. Durante la fase neonatal hasta las 2 semanas de edad, los cachorros duermen la mayor parte del tiempo, siendo el sueño muy importante para la estabilidad emocional.

Si durante el sueño tienen hambre, llorarán mientras duermen, y si tienen frío estarán gritando continuamente y muestran un sueño intranquilo. Cualquiera de estas dos situaciones no se debe permitir que dure más de dos horas. La respuesta al dolor está pobremente desarrollada en este período.

Esta característica hace que sea el momento ideal para la amputación de los rabos. Así mismo, no tienen un buen control de la temperatura, desarrollando el reflejo de tiritar a los 6 días. Los cachorros se apilan para conservar el calor. Los cachorros que estén fríos pueden ser rechazados por la madre, constituyendo el enfriamiento la principal causa de muerte de los cachorros. Por ello es necesario mantener en el nido una temperatura ambiental elevada y prevenir corrientes de aire frío y humedades las primeras semanas.

La perra se encuentra más a gusto durante el parto en un espacio pequeño, cálido, oscuro y aislado. Por ello, el lugar idóneo que cumple con los requisitos mencionados puede ser una caja o cajón que disponga de una tapa practicable, colocada en una zona aislada de ruidos y visitas.

El calor debe ser proporcionado mediante una manta eléctrica mejor que con una lámpara o estufa colocada en la parte alta del nido que tienden a recalentar a la perra.

Cuadro 2. Temperaturas corporales normales.

  • Primeros días: 32 – 35ºC
  • 1ª semana: 35 – 37ºC
  • 2ª y 3ª semana: 37 – 38ºC
  • 4ª semana: 38 – 40ºC
Importancia del efecto maternal.

En esta fase NEONATAL es fundamental el contacto físico con la madre. Acicalamiento y cuidados aportados por ella, mejorando la digestión, la asimilación, la estabilidad emocional, y el desarrollo.

Sin olvidar lo necesaria que es la madre para el cachorro, estimulando la defecación y la micción por el lamido y limpieza de la región perineal.

La falta de efecto maternal trae como resultado:

  • Una menor ganancia de peso.
  • Pérdida de resistencia a enfermedades.
  • Incremento de la mortalidad.
  • Disminución de la estabilidad emocional.

No es aconsejable tocarlos ni moverlos hasta que no han sido lamidos y olfateados por la madre.

El propietario debería evitar la tentación de enseñar los cachorros a las visitas en estos primeros días.

Durante esta fase los cachorros tienen un repertorio de comportamientos reflejos muy simple (reflejos de búsqueda) que le permiten satisfacer todas sus necesidades.

La madre también tiene un repertorio de comportamientos típico (lamidos, tumbarse de costado, respuesta a los lloros de sus crías) que encaja perfectamente con el de los cachorros.

Cualquier cosa que perturbe o moleste a la madre o interfiera con las operaciones que implican su comportamiento materno puede tener un efecto perjudicial sobre los cachorros.

La separación de su madre conlleva llamadas de angustia, rotaciones y volteos, especialmente si tienen frío. Por lo tanto es necesario ser conscientes de que la madre y el cachorro forman una unidad funcional que hay que respetar y tratar prioritariamente durante el período de cría.

No obstante es conveniente y aconsejable, a pesar de que para los cachorros pueda suponer algo de estrés, someterlos a bajos niveles de estímulos en las edades tempranas (manejarlos, cambiar de postura, jugar, cambios de temperatura y de luces ambientales, etc.) ya que estas actividades tienen repercusiones beneficiosas en el desarrollo físico y emocional.

Emocionalmente son más estables, resisten mejor el estrés del manejo, son más exploradores, más dominantes y aprenden antes. El problema está en saber cuánto tiempo es aconsejable este manejo para conseguir el efecto positivo comentado.

3. Transicional o de Transición.

Es una etapa muy corta que comprende entre la 2ª y 3ª semana de vida.

En este período de transición se produce en los cachorros una rápida maduración motora y de los sentidos; desarrollando los sentidos de la vista y el oído alrededor de los 14 y 24 días respectivamente.

Desde el momento en que pueden ver y oír, comienzan a explorar e interaccionar entre ellos adquiriendo patrones de movimiento y posturas como estar sentado, en pie o caminando (entre los 15 y 23 días). Durante esta etapa comienzan a salir fuera del nido para hacer las deposiciones aproximadamente a los 20 – 24 días.

4. Socialización.

Pasado el período de transición comienza el de socialización, que es el de máxima impresionabilidad. Este período abarca entre las 3 y las 12 semanas y se caracteriza por el establecimiento de las relaciones sociales con otras especies incluido el hombre.

Es el período más crítico y formativo en la vida de un cachorro de perro, desarrollando con más intensidad la interacción con los otros cachorros de la camada e intensificando el juego, con lo que ponen en práctica todo un repertorio de respuestas sociales. Estas relaciones sociales, o actividad de socialización hacia otros cachorros, se establecen hacia las 4-6 semanas de vida.

Aprendiendo el comportamiento agonístico agrupa: la lucha, confrontación, todas las conductas hostiles, que van desde la amenaza y el combate hasta los patrones de evitación, apaciguamiento, sumisión y/o huida, es decir la dominancia social, la sumisión, la autoestima, patrones de vocalización, asociación y formación de grupos, que influirán en los de caza, conducta sexual y maternal así como en el de territorialidad que aparecen en etapas posteriores.

Los cachorros separados demasiado pronto de su madre o sus compañeros de camada (antes de las 6 semanas) pueden, de adultos, mostrar deficiencias en su relación con otros perros, como es el caso de algunos machos que no pueden copular eficazmente, intentándolo por un costado o por delante.

Igualmente ocurre con machos o hembras que pueden ser excesivamente miedosos llegando a pelearse con otros perros; no porque sean anormalmente agresivos, sino porque no son capaces de realizar un comportamiento sumiso en respuesta a una amenaza de dominancia.

La socialización hacia el hombre y el ambiente familiar se establece entre la 6ª y 12ª semanas, produciéndose el principal “apego” entre la 6ª y 8ª semanas.

El estrés emocional, como el dolor, la soledad o el miedo, facilita el apego al dueño por las recompensas afectivas. Los cachorros que no han socializado con el ser humano, nunca serán mansos. Los criados en casa son generalmente más confiados con el ser humano que los criados en un chenil.

La opinión de algunos criadores de perros de: “no es conveniente relacionar los cachorros con los niños porque los echan a perder”, no es muy acertada, ya que es muy importante que los cachorros se relacionen con los niños en esta época, para así evitar accidentes por mordeduras a lo largo de su vida.

Muchos ataques de perros a niños y bebes (ocasionalmente de fatales consecuencias) pudieran haberse evitado si el perro hubiera sido expuesto a ese grupo de edades durante el período sensitivo.

El principal aspecto que hay que recordar en la cría de un cachorro de perro es que “es un animal de manada y como tal tiene definida una jerarquía tanto con otros perros como con los humanos cuando se integra con ellos”.

Si los cachorros se socializan exclusivamente hacia la gente tendrán problemas para reproducirse, y si sólo son socializados con otros cachorros, privados absolutamente de contacto humano hasta la edad de 14 semanas, serán antisociales con la gente y por tanto difíciles de entrenar, incluso serán tan miedosos con el ser humano que pueden comportarse como un animal salvaje.

Los perros que han socializado con el ser humano de forma esporádica también pueden mostrar reacciones de miedo hacia la gente, como los procedentes de perreras. Los cachorros además pueden aclimatarse con otras especies animales (perros con gatos pueden coexistir amigablemente).

La falta de miedo a otras especies derivada de la habituación a otro animal, naturalmente tiene desventajas, como cuando un gato no hace intentos de escapar frente a un perro depredador desconocido.

Este importante mecanismo fue investigado por Scott y Fuller (1965) indicando que un cachorro tiene la tendencia a acercarse a personas o a cosas alrededor de las 5 semanas de edad, pero más tarde éste interés declina al aumentar el miedo que la experiencia sobre los nuevos estímulos le reporta.

Hacia las 6 – 8 semanas, un cachorro puede ser fácilmente habituarlo a un rango de estímulos para prevenir incómodos temores desarrollados posteriormente.

Estos estímulos pueden ser: la televisión, una aspiradora, el teléfono, vehículos, etc. o diferentes personas de edades y sexo distintos (Un cartero, frutero, empleada de hogar, etc.). Muchos perros pueden llegar a ser inestables cuando viajan.

Esta reacción puede ser evitada montando a los jóvenes cachorros en diversos vehículos. Los propietarios deben tener en cuenta que la exposición a estas situaciones antes de las 16 semanas es muy necesaria, pero con las razas pequeñas resulta a veces imposible, ya que es frecuente que sean llevadas sobre los brazos de sus dueños por las calles, de tiendas, a correos, etc…

Cuando un cachorro es sometido a un estímulo nuevo y desconocido puede dar lugar a una reacción de sensibilización, es decir un aumento progresivo de las reacciones del animal que pueden ser el origen de fobias simples.

El mejor período para hacerse con un cachorro como animal de compañía es el comprendido entre la 6ª y 12ª semana de edad, ya que: parte de una experiencia social básica, está en pleno período de socialización con el ser humano y con capacidad para desarrollar un vínculo social con los humanos.

5. Juvenil.

La fase juvenil que comprende desde de los 3 a los 8 meses de edad. Es una fase de socialización secundaria donde se desarrolla gradualmente la territorialidad. En esta fase deben reconocerse los problemas de conducta e intervenir para cambiarlos.

Durante esta fase el dueño debe reforzar su dominancia sobre los cachorros e incrementar su socialización y sensibilidad para los estímulos que causan temor.

6. Adulta.

En los perros se establece entre los 8 a los 12 meses de edad. Es la fase de madurez sexual y donde se desarrollan comportamientos de cuidados maternales y de cooperación y protección. También se ven incrementadas gradualmente las expresiones de dominancia.

7. Madurez.

Por último la fase de madurez que corresponde a la madurez emocional y se da entre uno y dos años de edad.

Durante esta fase se da la máxima expresión de dominancia y aparecen cambios adicionales de personalidad comúnmente asociados con el incremento de dominancia.

Los propietarios de perros dominantes están obligados a fomentar y mantener la dominancia sobre sus animales durante esta etapa, ya que es la más proclive a manifestar un comportamiento dominante.

Jesús Gutiérrez