Perros de búsqueda y salvamento (Catástrofes)

Los pioneros de esta especialidad fueron los Suizos, puesto que ya estaban trabajando con los perros de avalanchas en nieve, Urs Ochsenbein en 1972 desarrollo el Método Suizo, seguido por los Alemanes y Franceses grandes entrenadores de equipos RH-TEAM.

En la Segunda Guerra Mundial el pastor alemán se mostró como perro altamente útil en la búsqueda de desaparecidos entre los escombros de las construcciones bombardeadas.

Desde el año 1954 las escuelas Suizas, Alemanas y Americanas adiestraron un buen número de perros de rescate y fueron definiendo las diferencias entre sus métodos de trabajo.

En los terremotos de Bucarest, Friaul (Italia), México, Perú, Japón, Colombia, Turquía, Taiwan y de otros países, los perros de salvamento han dejado constancia documental de su eficacia.

Referencia histórica en España.

En España se marca el comienzo de la especialidad de “Rescate de víctimas en escombro”, en 1986. En una colaboración de varios equipos Españoles con la Asoc. Nac. de Equipos Cinológicos de Búsqueda y Salvamento de Francia.

Posteriormente en 1987 siguiendo con la experiencia, se realizan trabajos con el Grupo de Guías de Salvamento de la Cruz Roja de Hamburgo y en el mismo año con el Grupo de Salvamento “Bundesverband”, desde entonces no se ha parado de trabajar aportando y recibiendo experiencia.

Estos tres Sistemas, tienden al objetivo común de localizar las posibles personas sepultadas en cualquier tipo de siniestro, no obstante se diferencian visiblemente en base a las características de sus respectivas técnicas específicas.

Introducción.

El perro de rescate se utiliza para detectar la presencia de personas sepultadas bajo escombro (terremotos), avalancha de barro (riadas) o de nieve (aludes), incluso para localizar personas que se han perdido en campo abierto.

La creencia general es que el perro busca el rastro de la persona, pero en situaciones como las descritas anteriormente esto no sería posible, ya que es muy probable que no exista rastro alguno y aunque lo hubiera, la presencia de personas tras los primeros momentos de la tragedia, impedirían enormemente la tarea.

Es por esto que se entrena a estos perros a “ventear”, que no es otra cosa que oler el aire para poder detectar partículas de olor humanas. De esta manera y con un entrenamiento férreo y continuado, el perro aprende a localizar estas partículas y a discriminar el olor de las personas que se encuentran en la superficie, dedicándose exclusivamente a buscar el de aquellas a las que no puede ver.

Cuando el perro ha localizado el foco de olor, deberá avisar a su guía, ladrando y sin moverse del lugar. Una vez localizado el punto exacto, se retira al perro para proceder con los equipos de desescombro.

Durante el entrenamiento, el perro aprende a asociar que la víctima es igual a un premio, lo que más le guste. Él no va a distinguir si se trata de un entrenamiento o de una situación real, simplemente hará su trabajo para obtener el premio.

Un perro de salvamento necesita de uno a dos años para estar operativo, pero después deberá seguir un estricto programa de entrenamiento durante toda su vida de trabajo.

EL Perro.

Básicamente cualquier perro estaría dotado para la especialidad, pero haremos ciertas consideraciones a la hora de elegir el perro idóneo de rescate:

  • Nuestro trabajo, tanto entrenamiento como en intervenciones reales, se situara en escombreras a muy diferentes niveles, en ambientes polvorientos, con humo, fuego, grietas, agujeros, hierros de estructura, cristales, derrumbes sobre la marcha, etc.
  • Exigiremos a nuestro perro, que utilizando el olfato, nos localice las víctimas sepultadas a diferente nivel, discriminando entre la más variada gama de olores que se pueda encontrar.
  • No contentos con lo anterior, tendrá a su alrededor un grupo humano intentando trabajar en la peor de las situaciones, con gritos, maquinaria, desprendiendo olores de todo tipo, el primero su guía que ya no es aquel jovial líder de los entrenamientos.

Por lo visto ya, deberíamos sacar algunas conclusiones sobre nuestro perro ideal. Sería un ejemplar joven y sano, preferiblemente macho, lo que no excluye a las hembras, morfológicamente robusto, ágil y de largas extremidades, pero sin espolones, dotado con un magnifico olfato, totalmente socializado, con un gran desarrollo de los instintos y un alto grado de valor, que no agresividad, además de equilibrio mental.

La Raza.

Cualquier perro sea de raza o mestizo, si tiene cualidades, aptitudes, valentía, seguridad, agilidad, y autonomía, puede ser un perro apto para salvar vidas.

Existen gran variedad de razas, pero las más adecuadas son: pastor alemán, pastor belga malinois, pastor belga tervueren, boorder collie, labrador retriever, golden retriever, perro de aguas español, etc.

Instinto.

Para un perro de rescate necesitaremos un alto grado de determinados instintos fundamentales para esta especialidad.

Los instintos pueden ser utilizados por el hombre, modificados por la cría selectiva, agudizados y hasta exagerados con relación a los ancestrales. A partir de ellos cabe desarrollar variaciones de conducta cuya función no es otra que satisfacerlos.

No siempre es posible determinar si un acto obedece a los instintos o a mecanismos adquiridos: podríamos considerar que los primeros constituyen la base que permite el desarrollo de los segundos.

Según esto, podemos entender la importancia de la selección de un cachorro de línea de trabajo, pues tendríamos una ventaja de antemano. También explica la razón de su entrenamiento desde muy pequeño para reforzar y fomentar su instinto de caza, de presa y su ladrido.

No cabe duda de que al perro le gusta lo que hace porque no es otra cosa que satisfacer sus instintos.

Por tanto, a medida que el perro de rescate va asociando los estímulos que preceden a la búsqueda, éstos no necesitaran ser tan marcados como al principio (un perro que se inicia necesitará el mayor número de estímulos posibles para conseguir que se motive, pero con el tiempo bastará una posición, una orden, para que el perro consiga una motivación muy alta).

Los instintos más implicados en el trabajo del perro de rescate son:

  • Instinto de caza. En un perro de rescate, como en otros perros de trabajo, cuanto más elevado sea su instinto de caza, más fácil será conseguir una motivación alta que será la que mueva al animal a realizar el ejercicio que nosotros queramos. Sin él sería más complicado conseguir activar al perro.
  • Instinto de presa. Se desarrolla a continuación del instinto de caza y es fundamental a la hora de recompensar al perro.
  • Instinto de búsqueda. El perro, a través de este instinto, intentará localizar su presa, en este caso, la víctima.

Especial referencia del olfato.

No exageramos al decir que el perro “ve con el olfato“, sin embargo hay que hacer algunas consideraciones de interés para el guía de catástrofes:

  • Los objetos calientes desprenden más olor en general.
  • Las cosas calientes en ambiente frío tienen más olor que en ambiente caliente.
  • Los objetos fríos en ambiente frío son difíciles de identificar.
  • Cuando llueve el perro detecta peor el olor, pero cuando cesa, gracias a la evaporación y ambiente húmedo detecta mejor.

Factores que influyen en la detección del olor:

  • Fatiga
  • Concentración del olor.
  • Volatilidad del componente olorifico.
  • Ambiente, temperatura, humedad y otros olores.
  • Corrientes de aire.
  • Anatomía de la nariz y fuerza de succión del aire.
  • Moco nasal.
  • Hidratación.
  • Dieta.
  • Enfermedades relacionadas (alergias, alteraciones del sistema neurológico central)
  • Medicamentos.

Rasgos de carácter.

El perro deberá tener unos rasgos de carácter determinados en función de la tarea que va a desempeñar y cada rasgo deberá tenerlo en un grado determinado. Algunos de estos rasgos están íntimamente ligados entre sí y no existe una división que los separe definida y claramente, pero son fundamentales a la hora de conseguir un entrenamiento óptimo del animal.

Algunos rasgos de carácter son:

  • La atención. Si lo consideramos como su capacidad de respuesta vemos que sería muy importante a la hora de proceder a su motivación.
  • Deseos de agradar. Contrapuesto al autointerés. Si el animal tiene ganas de agradar, será más fácil conseguir el objetivo y además evitaremos en muchos casos la auto-recompensa, es decir, que cuando esté cansado no intente coger él mismo algo como recompensa.
  • Iniciativa. Es la capacidad resolutiva del perro. Es muy importante que el perro aprenda él solo a resolver determinadas situaciones porque en muchos casos el guía no estará allí para ayudarle. Esto se consigue a base de practicar y que el perro vaya adquiriendo experiencia.
  • Persistencia. A veces la localización de una víctima puede resultar complicada, bien por lo complicado del terreno o por las condiciones climáticas, por lo que el perro deberá emplearse a fondo y ser persistente en su tarea.
  • Intensidad. El perro deberá implicarse en la búsqueda (en la respuesta al estímulo) y cuanto mayor sea su intensidad, más efectivo será su trabajo.
  • Energía. Lógicamente necesitaremos un perro con un alto poder físico.
  • Sensibilidad. Es el umbral de respuesta al entorno y/o los estímulos, por lo que sus niveles de sensibilidad deberán ser equilibrados.
  • Solidez. El perro no deberá tener una respuesta extrema a los estímulos, deberá ser un perro equilibrado.
  • Adaptabilidad. Es evidente que el perro va a necesitar adaptarse a todo tipo de cambios en su entorno: ambientales, terrenos, climáticos, etc.

Entrenamiento.

El entrenamiento de un perro de rescate no acaba nunca, hay que practicar continuamente para conseguir que el animal esté en condiciones óptimas para poder acudir a una situación real.

Es muy importante hacer que el animal se enfrente a situaciones nuevas para que aprenda a resolverlas y así adquiera seguridad e independencia. Para ello, además del entrenamiento básico de rescate existen multitud de disciplinas muy útiles que le ayudarán a desarrollarse tanto física como psíquicamente.

Comportamiento lúdico.

El juego es algo muy importante en el entrenamiento del perro. Para ello se utilizará el objeto que más le guste al animal. Antes de trabajar, la víctima “jugará” con él muy intensamente para despertar su instinto de caza, motivarle al máximo y finalmente esconderse. Cuando el animal logra encontrarla, ésta deberá jugar de nuevo y con total intensidad hasta que se le guarde. De esta manera el animal crea una asociación entre la búsqueda y la recompensa final y así aumentará su motivación.

El juego es algo muy importante en el entrenamiento del perro. Para ello se utilizará el objeto que más le guste al animal. Antes de trabajar, la víctima “jugará” con él muy intensamente para despertar su instinto de caza, motivarle al máximo y, finalmente, esconderse. Cuando el animal logra encontrarla, ésta deberá jugar de nuevo y con total intensidad hasta que se le guarde. De esta manera el animal crea una asociación entre la búsqueda y la recompensa final y así aumentará su motivación.

  • Obediencia. Una buena obediencia es imprescindible en cualquier perro de trabajo y además aumentará el vínculo con el guía. Lo ideal es comenzar el adiestramiento con esta faceta completada.
  • Agility. Es fundamental que el perro aprenda a moverse con soltura por lugares difíciles, a saltar obstáculos, pasar por túneles, etc. Esto le dará confianza y seguridad en sí mismo y, muy importante: en el guía.
  • Rastreo. El perro realiza la búsqueda de rescate básicamente por venteo, pero si aprende a seguir un rastro aumentará su capacidad de búsqueda y se desenvolverá mucho mejor porque tendrá más recursos. Pero es muy importante que el perro sepa bien lo que tiene que hacer; si no tenemos cuidado podríamos cometer errores.
  • Defensa. Como en todas las disciplinas, si se trabaja bien no supondrá ningún problema, al contrario, aumentará la confianza en sí mismo. En general, todo lo que sea trabajar con el perro irá en su beneficio, aumentará su capacidad de aprendizaje, desarrollará sus instintos y reforzará el vínculo con el guía.

Métodos de enseñanza.

Como he comentado anteriormente en España se marca el comienzo de la especialidad de “Rescate de víctimas en escombro”, en 1986. En una colaboración de varios equipos españoles con la Asoc. Nac. de Equipos Cinológicos de Búsqueda y Salvamento de Francia.

Posteriormente en 1987 siguiendo con la experiencia, se realizan trabajos con el Grupo de Guías de Salvamento de la Cruz Roja de Hamburgo y en el mismo año con el Grupo de Salvamento “Bundesverband”, desde entonces no se ha parado de trabajar aportando y recibiendo experiencia.

La meta final será conseguir perros fiables en la detección de personas sepultadas en catástrofes.

Para conseguir esto se han utilizado diferentes técnicas con resultados dispares. Las técnicas utilizadas en la actualidad, han demostrado fiablilidad gracias a numerosas intervenciones positivas.

Estos métodos dan prioridad a la búsqueda de cuerpos calientes. Basa los requisitos de aptitud en una calificación conjunta del tándem perro-guía.

Método resumido Cruz Roja de Hamburgo.

Nunca comenzaremos el adiestramiento sin crear una relación ideal entre guía y perro. El perro que encuentre seguridad junto a su guía, siempre querrá estar a su lado, estableciéndose una situación ideal de apego.

En el bagaje instintivo del perro ocupa un lugar importantísimo el instinto gregario, que le hace buscar refugio y protección en la manada, (independientemente del número de esta), donde siempre y sin excepción hay un orden jerárquico.

Siempre el guía se situara por encima del perro en el orden social, siendo su indiscutible líder. Solo cuando esto se logre comenzamos el adiestramiento.

Acondicionamiento del terreno.

Fase fundamental, teniendo en cuenta el trabajo de estos perros. Se realizara durante todo el adiestramiento, intercalándola en las diversas fases.

  • Primera fase. Jaula con figurante. Se utiliza una jaula metálica abierta por su base, realizándose una batería de ejercicios que nos darán como resultado un perro que localizara y marcara al figurante en superficie, sin reclamo, con un potente ladrido.
  • Segunda fase. Cajón o contenedor. Aquí el trabajo se complica llegando ya a ser muy perecido al real.También se comienza el trabajo en escombro.
  • Tercera fase. Figurante en zulos. Aquí el entrenamiento es semejante a la intervención real en lo posible. Complicando progresivamente la situación, disminuyendo los focos de olor.
  • Cuarta fase. Búsqueda encadenada. El perro nos detectara varias víctimas en la misma búsqueda en entorno prácticamente real. Si en cualquiera de las fases del adiestramiento se intuye el mínimo problema en nuestro perro, regresamos sobre nuestros pasos, nunca se encubrirá un problema, tarde o temprano aparecerá.

Bien, pues esto no es más que el comienzo, el adiestramiento real de nuestro compañero y por tanto, el nuestro se extenderá a lo largo de toda su vida activa.

 

Jesús Gutiérrez